Por Felix Población
Supe de la vigencia del antiguo Partido Comunista de Palestina, hoy Partido Comunista de Israel, gracias al filme de Eran Torbiner Madrid before Hanita, presentado hace un par de años en España por la Fundación Sindical de Estudios. El documental es una crónica de la lucha contra el fascismo de 300 judíos comunistas, provenientes de Palestina e integrados en las Brigadas Internacionales (BI) que apoyaron a la República durante la Guerra Civil. La película incluye entrevistas con los últimos supervivientes, así como extractos de sus cartas y diarios durante el conflicto. También, las polémicas que a la hora de alistarse tuvieron con los líderes sionistas y los camaradas de su propio partido, incapaces de comprender la incumbencia de intervenir en una contienda tan lejana.
En conjunto fueron entre 6.000 y 8.000 los judíos de diversas nacionalidades los que participaron en la lucha contra el alzamiento militar de Franco. Dado el contingente de integrantes, uno de los mayores registrados en las BI, me sorprendió hasta cierto punto que el director Torbiner expusiera como razón fundamental para rodar la película el desconocimiento que había en su país de ese capítulo de su memoria histórica, común en este caso con la nuestra. Quizá, pensé entonces, tal indiferencia u olvido para rescatar ese pasado testimonial, que tan premonitorio fue en la necesidad de combatir al fascismo, se debiera a la insignificancia social del vigente Partido Comunista de Israel, pero no es así del todo.
Ocurre con el viejo PC de Palestina –como con otras entidades y asociaciones cívicas comprometidas con una solución pacífica y justa al largo y sangriento conflicto que se vive en aquella región, y de las que sólo excepcionalmente tenemos noticia como no sea a través de los medios alternativos– que no es objetivo de interés informativo convencional, como la materia histórica de la que Torbiner se ha hecho por fin mensajero. Ni siquiera cuando se cumple en 2009 el nonagésimo aniversario de su fundación.
Más que por ese motivo, sin embargo, los comunistas judíos podrían haber sido noticia por hechos de más viva e infausta actualidad, como los derivados de la masacre de Gaza, de la que ahora se va a cumplir un año. El PC de Israel y su frente Hadash, según su secretario general, el escritor Mujammad Nafa’h, son las únicas fuerzas políticas del país que se enfrentaron a la invasión. Ni eso, ni varias manifestaciones multitudinarias que tuvieron lugar en Sajnin y Tel-Aviv contra la criminal ofensiva dispusieron de una mínima cobertura en la gran prensa. Como no la tiene la postura sustentada por el Partido Comunista de Israel desde 1947, basada en la existencia de dos Estados para dos pueblos y el apoyo al derecho de autodeterminación del pueblo palestino, con soberanía estatal sobre los territorios ocupados por Israel en 1967 y teniendo a Jerusalén oriental como capital.
Fundamenta Mujammad Nafa’h el alto nivel de apoyo (70%) que la sociedad israelí dispensó a la invasión de Gaza en dos razones. Por un lado, la ciudadanía se dejó engañar por la propaganda falaz de las instancias oficiales, que definieron la ofensiva como acción de autodefensa, sustrayendo por medio de la censura la información más cruenta del ataque. Por otro, las acciones aisladas de Hamás contra la población civil del sur de Israel, la más pobre de la nación, contribuyeron a reforzar ese apoyo. El PCI condena los ataques de ese carácter, provengan de donde provengan, aunque apoye la lucha política y de masas del pueblo palestino.
El PCI tiene tres diputados en el Parlamento israelí y cuenta con varios alcaldes, entre ellos el de la capital árabe de Israel, Nazareth, donde gobierna desde hace más de 30 años. En las últimas elecciones municipales celebradas en noviembre pasado, el candidato comunista a la alcaldía de Tel-Aviv obtuvo el 36% de los votos, frente al 51% de los logrados por el candidato laborista. El PCI es el único partido del país en el que militan indiscriminadamente árabes y judíos.
Como también pocas veces tenemos oportunidad de recibir información acerca de aquellos estados de opinión de la sociedad judía que no comparten la política sionista del Estado israelí, es de significar a criterio de los comunistas que los espacios democráticos del país están en claro retroceso. Tanto desde el Gobierno como desde los grupos de extrema-derecha, oficialmente descontrolados, se está dando un creciente hostigamiento del que son víctimas la minoría nacional árabe-palestina y los sectores de la izquierda consecuente. El secretario general del PCI no tiene reparo en afirmar que bajo la dirección del partido chauvinista de Yvette Liberman Israel Beiteinu (Israel es nuestra Casa) se ha desatado una campaña racista contra la población árabe y que existe un riesgo verdadero de avance fascista en la sociedad israelí.
Es de recordar, en relación con denuncias de este carácter que tan ingratas han de ser para quienes pretenden esconder la realidad política y sociológica de aquel país bajo las pautas codificadas que determinan los canales mediáticos convencionales, que hace seis años el anterior secretario general del Partido Comunista de Israel, Issam Majul, salió milagrosamente ileso de un atentado que pretendió acabar con su vida mediante una bomba colocada en los bajos de su coche.
Además del documental de Torbiner sobre los judíos comunistas de Palestina que contendieron en la Guerra Civil, dos realizadores argentinos estaban preparando hace meses otro sobre el Batallón Palafox de la Brigada Dombrowski, la conocida como Compañía Botwin, que combatió en la Batalla del Ebro. Son páginas relevantes de una lucha memorable y necesaria contra el fascismo de ayer. Recuperarlas es avivar la conciencia de esa lucha allí donde el fascismo puedareverdecer hoy.
En conjunto fueron entre 6.000 y 8.000 los judíos de diversas nacionalidades los que participaron en la lucha contra el alzamiento militar de Franco. Dado el contingente de integrantes, uno de los mayores registrados en las BI, me sorprendió hasta cierto punto que el director Torbiner expusiera como razón fundamental para rodar la película el desconocimiento que había en su país de ese capítulo de su memoria histórica, común en este caso con la nuestra. Quizá, pensé entonces, tal indiferencia u olvido para rescatar ese pasado testimonial, que tan premonitorio fue en la necesidad de combatir al fascismo, se debiera a la insignificancia social del vigente Partido Comunista de Israel, pero no es así del todo.
Ocurre con el viejo PC de Palestina –como con otras entidades y asociaciones cívicas comprometidas con una solución pacífica y justa al largo y sangriento conflicto que se vive en aquella región, y de las que sólo excepcionalmente tenemos noticia como no sea a través de los medios alternativos– que no es objetivo de interés informativo convencional, como la materia histórica de la que Torbiner se ha hecho por fin mensajero. Ni siquiera cuando se cumple en 2009 el nonagésimo aniversario de su fundación.
Más que por ese motivo, sin embargo, los comunistas judíos podrían haber sido noticia por hechos de más viva e infausta actualidad, como los derivados de la masacre de Gaza, de la que ahora se va a cumplir un año. El PC de Israel y su frente Hadash, según su secretario general, el escritor Mujammad Nafa’h, son las únicas fuerzas políticas del país que se enfrentaron a la invasión. Ni eso, ni varias manifestaciones multitudinarias que tuvieron lugar en Sajnin y Tel-Aviv contra la criminal ofensiva dispusieron de una mínima cobertura en la gran prensa. Como no la tiene la postura sustentada por el Partido Comunista de Israel desde 1947, basada en la existencia de dos Estados para dos pueblos y el apoyo al derecho de autodeterminación del pueblo palestino, con soberanía estatal sobre los territorios ocupados por Israel en 1967 y teniendo a Jerusalén oriental como capital.
Fundamenta Mujammad Nafa’h el alto nivel de apoyo (70%) que la sociedad israelí dispensó a la invasión de Gaza en dos razones. Por un lado, la ciudadanía se dejó engañar por la propaganda falaz de las instancias oficiales, que definieron la ofensiva como acción de autodefensa, sustrayendo por medio de la censura la información más cruenta del ataque. Por otro, las acciones aisladas de Hamás contra la población civil del sur de Israel, la más pobre de la nación, contribuyeron a reforzar ese apoyo. El PCI condena los ataques de ese carácter, provengan de donde provengan, aunque apoye la lucha política y de masas del pueblo palestino.
El PCI tiene tres diputados en el Parlamento israelí y cuenta con varios alcaldes, entre ellos el de la capital árabe de Israel, Nazareth, donde gobierna desde hace más de 30 años. En las últimas elecciones municipales celebradas en noviembre pasado, el candidato comunista a la alcaldía de Tel-Aviv obtuvo el 36% de los votos, frente al 51% de los logrados por el candidato laborista. El PCI es el único partido del país en el que militan indiscriminadamente árabes y judíos.
Como también pocas veces tenemos oportunidad de recibir información acerca de aquellos estados de opinión de la sociedad judía que no comparten la política sionista del Estado israelí, es de significar a criterio de los comunistas que los espacios democráticos del país están en claro retroceso. Tanto desde el Gobierno como desde los grupos de extrema-derecha, oficialmente descontrolados, se está dando un creciente hostigamiento del que son víctimas la minoría nacional árabe-palestina y los sectores de la izquierda consecuente. El secretario general del PCI no tiene reparo en afirmar que bajo la dirección del partido chauvinista de Yvette Liberman Israel Beiteinu (Israel es nuestra Casa) se ha desatado una campaña racista contra la población árabe y que existe un riesgo verdadero de avance fascista en la sociedad israelí.
Es de recordar, en relación con denuncias de este carácter que tan ingratas han de ser para quienes pretenden esconder la realidad política y sociológica de aquel país bajo las pautas codificadas que determinan los canales mediáticos convencionales, que hace seis años el anterior secretario general del Partido Comunista de Israel, Issam Majul, salió milagrosamente ileso de un atentado que pretendió acabar con su vida mediante una bomba colocada en los bajos de su coche.
Además del documental de Torbiner sobre los judíos comunistas de Palestina que contendieron en la Guerra Civil, dos realizadores argentinos estaban preparando hace meses otro sobre el Batallón Palafox de la Brigada Dombrowski, la conocida como Compañía Botwin, que combatió en la Batalla del Ebro. Son páginas relevantes de una lucha memorable y necesaria contra el fascismo de ayer. Recuperarlas es avivar la conciencia de esa lucha allí donde el fascismo puedareverdecer hoy.
Félix Población es escritor y periodista
http://blogs.publico.es/dominiopublico
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