En estos últimos días está apareciendo en el escaparate mediático una señora se edad media, con mirada cansada pero contundente, tez morena y ataviada con una extraña indumentaria entre la cual destaca un pañuelo que cubre su cabeza. Permanece desde hace 20 días (hoy 6 de Diciembre) en huelga de hambre dentro del mismo aeropuerto de Lanzarote, a donde llegó sin papeles tras ser expulsada ilegalmente de su país. Su nombre es Aminatu Haidar y ya la llaman la Gandhi saharaui.
Para comprender qué pasa con esta mujer tenemos que conocer primero cual es la situación de su pueblo. El Sahara occidental es un territorio al sur oeste de Marruecos. Su costa se abre hacia el Atlántico, frente por frente de las islas canarias y durante el siglo XIX y gran parte del XX fue una colonia española. Esto estaba enmarcado en un contexto de colonialismo europeo generalizado. Las potencias occidentales controlaban política y económicamente lugares menos desarrollados que les ofrecían materias primas, mercado y mano de obra muy barata. Gran parte de la riqueza Europea es fruto de la explotación de estas colonias y a partir de mediados del siglo XX se inició un proceso de descolonización que, en algunos casos, aún no ha terminado. Marruecos dejó de ser protectorado español en 1956, pero el Sahara, entidad demográfica, cultural y territorial independiente de este país, continuó formando parte del Estado Español hasta 1975.
La agonía del dictador Francisco Franco y la inestabilidad política del momento fue aprovechada por otro dictador, en este caso con título, el Rey Hassan II de Marruecos, para presionar a España iniciando la llamada Marcha Verde. Esta consistió en la ocupación del territorio saharaui por una masa civil entre la que se entremezclaban efectivos militares con armamento escondido (según testigos oculares). Hassan lo vendió como la recuperación de una zona que históricamente le correspondía, pero realmente esto no era cierto. Lo que sí era cierto era que con ello, no sólo lograba tierras con las que contentar a parte de su oprimido pueblo (oprimido por el mismo rey), sino que conseguía adjudicarse tierras fértiles desde el punto de vista agrario y la zona con más yacimientos de fosfatos del mundo, cruciales para la estratégica y poderosa industria química y farmacéutica. El jefe del Estado en funciones, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón prometió a los saharauis que no los abandonaría pero lo cierto es que el territorio se dividió en 3 (una parte de España, otra de Mauritania y otra para Marruecos). España primero y Mauritania después renunciaron al control de la zona, Marruecos, no.
Pero... ¿Qué pasó con la gente que allí vivía?. El pueblo Saharaui, étnica y culturalmente diferenciado del Marroquí, tuvo que soportar la invasión de un Estado dictatorial y fue obligado a huir hacia el desierto del Sáhara. Los relatos de los que sobrevivieron a aquel auténtico éxodo, son escalofriantes: Disparados, bombardeados, rociados con NAPALM, violados, encarcelados, asesinados... fue la vecina Argelia la que ofreció un pequeño espacio fronterizo para que los huidos establecieran campamentos provisionales de refugiados. Han pasado 34 años y aún siguen viviendo en esos campamentos.
Para comprender qué pasa con esta mujer tenemos que conocer primero cual es la situación de su pueblo. El Sahara occidental es un territorio al sur oeste de Marruecos. Su costa se abre hacia el Atlántico, frente por frente de las islas canarias y durante el siglo XIX y gran parte del XX fue una colonia española. Esto estaba enmarcado en un contexto de colonialismo europeo generalizado. Las potencias occidentales controlaban política y económicamente lugares menos desarrollados que les ofrecían materias primas, mercado y mano de obra muy barata. Gran parte de la riqueza Europea es fruto de la explotación de estas colonias y a partir de mediados del siglo XX se inició un proceso de descolonización que, en algunos casos, aún no ha terminado. Marruecos dejó de ser protectorado español en 1956, pero el Sahara, entidad demográfica, cultural y territorial independiente de este país, continuó formando parte del Estado Español hasta 1975.
La agonía del dictador Francisco Franco y la inestabilidad política del momento fue aprovechada por otro dictador, en este caso con título, el Rey Hassan II de Marruecos, para presionar a España iniciando la llamada Marcha Verde. Esta consistió en la ocupación del territorio saharaui por una masa civil entre la que se entremezclaban efectivos militares con armamento escondido (según testigos oculares). Hassan lo vendió como la recuperación de una zona que históricamente le correspondía, pero realmente esto no era cierto. Lo que sí era cierto era que con ello, no sólo lograba tierras con las que contentar a parte de su oprimido pueblo (oprimido por el mismo rey), sino que conseguía adjudicarse tierras fértiles desde el punto de vista agrario y la zona con más yacimientos de fosfatos del mundo, cruciales para la estratégica y poderosa industria química y farmacéutica. El jefe del Estado en funciones, el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón prometió a los saharauis que no los abandonaría pero lo cierto es que el territorio se dividió en 3 (una parte de España, otra de Mauritania y otra para Marruecos). España primero y Mauritania después renunciaron al control de la zona, Marruecos, no.
Pero... ¿Qué pasó con la gente que allí vivía?. El pueblo Saharaui, étnica y culturalmente diferenciado del Marroquí, tuvo que soportar la invasión de un Estado dictatorial y fue obligado a huir hacia el desierto del Sáhara. Los relatos de los que sobrevivieron a aquel auténtico éxodo, son escalofriantes: Disparados, bombardeados, rociados con NAPALM, violados, encarcelados, asesinados... fue la vecina Argelia la que ofreció un pequeño espacio fronterizo para que los huidos establecieran campamentos provisionales de refugiados. Han pasado 34 años y aún siguen viviendo en esos campamentos.
Los que se quedaron en lo que ellos llaman “territorios ocupados” llevan sufriendo desde entonces la opresión, la humillación, la explotación y el escarnio, algo que se traduce en todos los ámbitos de la vida (cultural, policial, laboral, de acceso a estudios, etc). Un particular “Aparheid” pero sin blancos de por medio.
Los saharauis en el exilio han creado su propio gobierno, la República Árabe Saharaui Democrática, y siendo aún colonia española habían formado su propio ejército, el Frente Polisario. La guerra propició la recuperación de parte del país (territorios liberados), en realidad sólo desierto, que hoy día está separada de la otra por un enorme muro y un extenso campo minado instalados por Marruecos. Hace casi dos décadas que El polisario decretó un “alto el fuego”. Desde entonces distintas resoluciones de la ONU establecen el derecho de autodeterminación de este pueblo y exigen a Marruecos que no incumpla los derechos humanos. Marruecos hace oídos sordos a estas indicaciones y el mundo occidental hace la vista gorda. Los intereses comerciales, el petróleo de Marruecos, los fosfatos, los ricos caladeros de pesca y el tapón a la migración que supone el propio Estado marroquí están detrás de este olvido.
Los Saharauis de los territorios ocupados están sufriendo cruelmente la opresión y la represión de un régimen tirano. Desaparecidos, torturados, encarcelados, condenados a muerte y expulsados... ese es el destino de quien ose a cuestionar la situación.
Uno de esos osados es Aminatu. Ella ha sufrido en sus carnes la cárcel y la tortura, de la que aún tiene secuelas físicas. Su lucha por la defensa de los derechos humanos fue reconocida internacionalmente. Venía, precisamente, de recoger un premio por su labor cuando fue retenida en el aeropuerto, requisada su documentación e introducida ilegalmente en un avión con destino a Lanzarote. En España entró sin documentación. Nadie se la exigió. Su acceso fue permitido, algo ilegal (y si no que se lo digan a los miles que tratan de cruzar las fronteras sin papeles). Ese tipo de cosas no las decide el policía de la frontera sino que se ordena desde las altas esferas, es decir, el propio gobierno. Ella no quiere la ciudadanía española, ni un visado, ni asilo político. Ella quiere sólo volver a su casa, a seguir con su lucha. Eso sí, con su acción ha puesto en evidencia pública varias cosas. Que Marruecos es un estado dictatorial que no respeta los derechos humanos y que ejerce de forma cruel la tiranía sobre su propio pueblo y más aún sobre el saharaui. Que la comunidad internacional, aún así, decide ser amiga de Marruecos. Aquí no hay ningún bloqueo, ni artistas en Miami que denuncien la situación. Y por último ha puesto en evidencia al propio Estado Español. Un Estado que lleva 34 años mareando la perdiz y permitiendo que las atrocidades que antes ordenaba el “amigo” del rey Juan Carlos, Hasan II y ahora su hijo Mohamed V, sigan ocurriendo.
El sufrimiento del pueblo saharaui es la vergüenza de España. No sé que pasará con Aminatu. Quizás, cuando muchos lean esta pequeña reflexión, haya muerto de hambre... o esté encarcelada en Marruecos. En cualquier caso, su causa debe ser apoyada por todas las personas que se consideren decentes y su ejemplo debe iluminar nuestro camino en el duro futuro que nos espera.
6-Diciembre de 2009
Francisco Javier Menchón Domínguez
4 comentarios:
No está entero compañeros...
Ahora si
Aminetu es un ejemplo de dignidad. Una bomba entre las manos del los que mandan, si no se dan prisa, les va a explotar entre las manos. Un saludo.
Esta mujer hoy somos todos. Somos todos y cada uno de nosotros que nos desquiciamos con estas aberraciones, con toda esta inmundicia que brota aún de las manos de gente que tiene el bastón en la mano (o la "espada")y con él el poder.
Es impresionante, triste, humillante que todo esto siga pasando. En dónde estamos todos nosotros? Tan por alto nos pasan?
Saben que acá en Argentina el tema no salió en ningún noticiero ni en ningún diario ni en nada? Saben que nadie acá sabe de esta mujer y de esta situación? (así como demasiados no saben -porque no quieren- ni siquiera lo que pasa en su propio país).
Es tremendo. No puede tod esto seguir así.
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