jueves, 7 de mayo de 2009

FALLECE JAVIER ORTIZ



Hace días ya que falleció el columnista de “Diario Público” Javier Ortiz. Y es ahora, al desayuno, notando su terrible falta en mi dosis de lectura cotidiana matinal, cuando no puedo evitar dedicarle estas humildes líneas. Yo no conocía a fondo su dilatada carrera como escritor y periodista, de hecho, hacía apenas año y medio que seguía con avidez su columna diaria en Público: “El dedo en la llaga”. Ese titulo, -memorable-, hacía justicia a su forma de entender el periodismo. Cada día, Javier, utilizaba su columna para denunciar, desenmascarar y perseguir a todos aquellos que hacen de este mundo un sitio desalentador. Leyendo el obituario que él mismo dejo escrito comprendo mucho mejor algunas de las cosas que escribía: “A los quince años se hizo marxista-leninista, hastiado de las injusticias”, o “A partir de lo cual, se dedicó con gran entusiasmo a cultivar el noble género del panfleto. Sin parar. A diario. Año tras año.”, son algunas de las aseveraciones personales que vierte en su magistral despedida. Y precisamente era esto último lo que me hacía admirar su trabajo. Javier entendía su labor de periodista como un arma para luchar a diario contra cualquier tipo de injusticia, su columna era una trinchera desde la que disparar verdades y consignas que no se disparan ni de lejos desde el resto de redacciones de este País. Era, como su Diario, El Público, una ventana abierta por la que dejar correr una ráfaga de aire fresco en el panorama periodístico de Español. Javier Ortiz era sincero, honesto y comprometido con sus ideas, en sus columnas se podían leer opiniones que hacían añicos cada día la lamentable uniformidad de criterios neoliberales que inundan las páginas del resto de periódicos. Él era diferente, no solo en matices, sino en el fondo, sus aspiraciones eran mucho más profundas que las de los demás, escribía desde el corazón, desde el compromiso real con unas ideas que le acompañaron hasta el último de sus días. Javier era en definitiva un ejemplo para todos aquellos que creemos ciegamente en la figura del Intelectual comprometido y trabajador. Voy a echar mucho de menos su columna, pero a pesar de todo sé de buena tinta que él se marchó tranquilo porque sabía que muchos compañeros y compañeras vamos a seguir su ejemplo de constancia, dignidad y Lucha.

Gracias Javier

JUAN ANTONIO GONZALEZ MOLINA